Publicado en Diario de Navarra (15/4/2021)

Recientemente todos los partidos políticos con representación en el Parlamento de Navarra, a excepción de Navarra Suma, han aprobado una moción para que el Gobierno quite el concierto económico a los centros de educación diferenciada porque “el modelo educativo basado en la segregación sexual es excluyente y los valores y modelos de relación que impulsa no se corresponden con los pasos dados en Navarra en los últimos años, ni con la coeducación ni con las políticas públicas basadas en la igualdad”. En el diccionario de la Real Academia de la Lengua existen varios términos referidos al vocablo segregar. De ellos me centraré en aquel al que aluden los detractores de la escuela diferenciada: “Separar y marginar a una persona o a un grupo de personas por motivos sociales, políticos o culturales”.

Todos sabemos que en la escuela diferenciada no se margina a nadie. Es un tipo de educación que atiende por separado a niños y a niñas porque cree que estos dos grupos presentan necesidades educativas diferentes, pero en modo alguno ofrece un trato de inferioridad a un grupo frente al otro. Se trata de un método educativo que puede gustar más o menos, pero que es tan respetable como cualquiera. De hecho, la calidad de la escuela diferenciada se encuentra fuera de toda duda. Por ejemplo, en la 22 edición del Ranking elaborado por el periódico El Mundo solo tres centros navarros han logrado situarse entre los 100 mejores de España y, de esos tres centros, dos son “segregadores”.

Con datos como este parece un sinsentido tirar piedras contra la escuela diferenciada, llamándole injustamente segregadora. Lo que me hace pensar que se trata de un ejemplo práctico de la ley del espejo, la cual establece que ese aspecto que nos disgusta de una determinada persona o colectivo, en cierto modo, existe en nuestro interior. Efectivamente, estos partidos políticos que critican la escuela diferenciada y la acusan de segregadora, son los que han impuesto a todas las familias navarras un programa educativo llamado Skolae con alto contenido ideológico. Ellos lo venden como un modelo inclusivo, pero en el fondo se incluye a todo el mundo menos al que no está de acuerdo con este modelo. Vamos, que eso sí que encaja perfectamente con la definición de la Real Academia: separar y marginar a una persona o grupo de personas, en esta ocasión, porque no encajan con la ideología de género. Y todavía va más allá del segregacionismo. También es un modelo asimilacionista. Los segregados que no están de acuerdo con las ideas que defiende Skolae y su escuela coeducadora tienen la opción de alcanzar un salvoconducto si de puertas afuera demuestran que están con Skolae aunque en su intimidad renieguen de los dogmas del feminismo de género. Porque si lo hacen en público les llamarán ultras o radicales.

Los partidos políticos que defienden esta escuela coeducadora también acusan a la diferenciada de poco igualitaria, pero su propia forma de actuar se aleja de la igualdad. Al contrario, actúan de manera jerárquica, tomando decisiones en vertical sin contar con los padres, que no pueden oponerse a que sus hijos reciban la formación de Skolae ni tampoco pueden conocer los horarios en que se imparten los contenidos. Los profesores de todos los colegios de Navarra tampoco lo tienen mucho mejor. Les obligan a formarse en Skolae e incluso les evalúan.

También llama la atención que esta igualdad con la que sueña la escuela coeducadora se trate de conseguir de forma dialéctica, fomentando el enfrentamiento. Hace poco les impartieron a los alumnos una ficha en la que se les planteaba lo siguiente: “Las tareas del hogar son responsabilidad de todos, no solo de las mamás”. En cambio, en un modelo educativo integrador, centrado en el crecimiento de todas las personas, se hubiera dicho sencillamente que las tareas de la casa son responsabilidad de todos; porque un modelo educativo integrador no busca encontrar víctimas ni verdugos, no trata de juzgar. Skolae, por el contrario, busca generar tensión, encontrar un enemigo, como han hecho todas las ideologías. Y este es el hombre heterosexual. No hay más que escuchar las charlas de formación para profesores, donde se les explica que las mujeres se entregan y los hombres van de supermanes y de creídos. En estas charlas también se les invita a trabajar por que los hombres dejen de empoderarse desde un modelo jerárquico que ocupa, avasalla y violenta a las mujeres.

Y podríamos seguir con más cosas, como el trato dado a la asignatura de religión, a su profesorado y a los padres que optan por este tipo de docencia. Pero mientras se nieguen a mirarse en el espejo, quienes defienden esta particular escuela “coeducadora” seguirán viendo en los demás los defectos que se niegan a aceptar en ellos mismos.

Firmado: Ignacio Del Villar – secretario de FamiLiaE (Familias por la Libertad de Educación)

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